Antílopes

De las numerosísimas especies de antílopes existentes en los territorios dominados por los antiguos monarcas asirios, los gamos parece que fueron los más codiciados en las cacerías, pero no los únicos, a juzgar por las representaciones.

Los antílopes fueron una presa codiciada por la realeza. Como ocurría con otros herbívoros, se valoraba, en especial, su velocidad. Los carros y los mastines que habitualmente se utilizaban para cazar, no eran rivales en la carrera. Por ello, los reyes combinaron la fuerza y la resistencia de los perros con la velocidad de las aves de presa para cazar antílopes. En ocasiones, las aves de presa se sustituyeron por guepardos domesticados.

La técnica consistía en que las rapaces sobrevolaban a la presa, dirigiéndola hacia sus perseguidores terrestres que, cuando le daban alcance, primero la herían para después abatirla.

Asnos salvajes

Los asnos salvajes u onagros fueron una especie común y numerosa en las tierras de Mesopotamia. Su carácter salvaje e irascible los hacía poco adecuados para la domesticación y peligrosos para las cosechas. Abatir rebaños de onagros no sólo era beneficioso económicamente sino que proporcionaba una de las principales fuentes de alimento a los antiguos asirios.

Además, la caza de asnos salvajes era considerada el deporte de las élites. Su captura podía llevarse a cabo por diferentes métodos. Los más comunes eran el arco y las flechas y el lazo. Ambos procedimientos se utilizaban para herir y frenar al animal. Después, se abatía con lanzas o espadas.

Los relieves asirios con escenas de cacerías suelen representar con frecuencia asnos salvajes u onagros. Su presencia está bien atestiguada en las tierras de Elam, al sudoeste del territorio asirio. Se especula sobre la idea de que las cacerías que aparecen en los relieves pudiesen haber tenido lugar durante y después de la conquista asiria de esta zona.

Avestruces

Los avestruces fueron animales exóticos y poco habituales en los territorios asirios. Por ello, fueron una de las presas preferidas de los monarcas, en lo que a las aves se refiere.

Las fuentes antiguas dejan constancia de como el rey asirio Asurnasirpal II dio muerte a 450 leones, 390 toros salvajes y 200 avestruces.

Además, los avestruces tuvieron un profundo significado simbólico en el mundo asirio y, como tal, aparecen en diferentes representaciones de la época. Los avestruces venían a ser el equivalente terrenal del grifo, el portador de la muerte.

Cabras

Las cabras formaron parte del conjunto de animales domésticos más antiguo, en las civilizaciones del Creciente Fértil. Sin embargo, subsistieron en la zona diferentes especies salvajes.

Las cabras no fueron las piezas más buscadas por la realeza asiria que se centró en otras especies animales, más salvajes. Con todo, dos tipos de cabra salvaje fueron objeto de su atención y aparecen reflejadas en las representaciones artísticas: el íbice asiático y el tur del Cáucaso.

La primera que habitaba la zona de los Montes Zagros, solía aparecer representada con cuernos afilados y marcas de crecimiento horizontales en los mismos. La segunda, como su nombre indica, era natural del Cáucaso y solía representarse con dos cuernos, uno curvado hacia atrás y el otro hacia delante. Se trataba de un recurso plástico para indicar cómo los cuernos de este animal se curvan hacia fuera, en direcciones opuestas.

Ciervos

Los ciervos ocuparon las zonas de espesos bosques de las estribaciones de los Montes Zagros, los Tauro y los Elbruz. Las campañas militares del monarca Sargón II en la región de los Zagros pusieron en contacto al pueblo asirio con estos animales que, desde ese momento, se relacionaron con la idea de la conquista militar y el dominio político sobre territorios alejados del núcleo del imperio.

Los reyes asirios favorecieron la presencia de ciervos en sus reservas privadas de animales, conocidas con el nombre de paraísos. Sabemos, por ejemplo, que Asurbanipal capturó ciervos para sus parques, al tiempo que participó activamente en la persecución y caza de estos animales en las boscosas y distantes montañas.

Gacelas

Entre las noventa especies de antílopes que existieron en la antigüedad, las gacelas fueron una de las más representadas por los artistas asirios. En las imágenes su distintivo principal fueron sus largos cuernos en forma de ese.

La caza de herbívoros no representaba una gran amenaza para los antiguos monarcas asirios pero sí un gran reto, debido a su velocidad. El arquero, montado en la parte delantera del carro, debía medir su destreza contra la rapidez de la gacela en su hábitat natural.

Los monarcas asirios tuvieron por costumbre cazar gacelas durante sus expediciones militares a los territorios del sudoeste del país, donde su presencia era especialmente numerosa. Por este motivo, la cacería de la gacela llegó a simbolizar el poder real sobre las tierras de Elam.

Gamos

Los gamos, junto a los ciervos y las gacelas fueron una de las presas preferidas de los monarcas asirios. El conocido como gamo persa, frecuentemente representado en el arte, tuvo su hábitat a orillas del río Éufrates y en los territorios más occidentales del imperio. El gamo suele aparecer asociado a las palmeras datileras. Puesto que el arte asirio utiliza la naturaleza y el paisaje con un significado simbólico y que las palmeras eran autóctonas en toda la región de Mesopotamia, sabemos que el gamo tuvo que habitar extensos territorios de la zona.

Las especies consideradas netamente salvajes -como el gamo- que además no eran nativas del corazón del imperio jugaron un importante papel político y cultual.

Leones

El león fue la presa por excelencia en las cacerías reales asirias. Su captura estaba absolutamente ritualizada y servía para reafirmar el poder real sobre todos los territorios dominados por el imperio. El rey, montado en su carro, daba caza al león que era conducido desde una jaula a su presencia, en un entorno perfectamente controlado. En las colinas circundantes, fuera de peligro, se disponían los súbditos quienes, como espectadores, completaban el mensaje simbólico del acto.

Perdices

Al contrario que el resto de los animales a los que aquí se hace referencia, las perdices se cazaban exclusivamente como fuente de alimento.

Fueron una especie muy habitual en la antigua Asiria y aparecen representadas en sellos y relieves de la época.

Uros

El antepasado salvaje del toro actual también se convirtió en objetivo de las partidas de caza organizadas por los monarcas asirios. Su bravura y su fuerza hicieron de él una presa ideal para que el rey demostrase su superioridad y su dominio de las fuerzas de la Naturaleza.

Parece que los últimos gobernantes asirios tuvieron una especial predilección por los uros. Las crónicas de la época cuentan que esta adicción a la caza de uros que demostraron los monarcas de Nínive, terminó por extinguir la especie en la región.