Ardillas

Muchos animales, aparentemente salvajes fueron transformados en mascotas durante la Edad Media. Especialmente, los de pequeño tamaño porque podían adaptarse muy bien a una vida en la que en escasísimas ocasiones saldrían a la calle.

Por muy humilde que fuese, toda mascota podía convertirse en un bien precioso si se le añadían ciertos accesorios bien elegidos. Por ejemplo, las ardillas solían adornarse con collares y cadenas de plata. Además, se les proporcionaba un lugar donde descansar que podía ser, desde un sencillo cojín, hasta una madriguera construida con toda clase de refinamientos.

Caballos

Los caballos jugaron un papel doble durante la Edad Media. Por una parte, los campesinos solían compartir estos animales para utilizarlos en las faenas del campo. Por otra, se convirtieron en símbolo de posición social de unos pocos privilegiados.

Los caballos eran animales caros y muy costosos de mantener. Durante la Edad Media se convirtieron en los animales de los caballeros. Compañeros inseparables de sus propietarios, quienes los cuidaban con esmero, eran un claro símbolo de dignidad.

Su mantenimiento era un añadido más a la hora de demostrar riqueza. Los caballos necesitaban arreos, cuadras, mozos, forraje y una atención casi constante que era muy difícil de proveer si no se tenían los necesarios recursos económicos.

Conejos

Los conejos se criaron en la Edad Media, principalmente, como fuente de alimento. Sin embargo, al ser animales de pequeño tamaño, en algunas ocasiones, recibían un trato especial y eran considerados mascotas. Solían ser animales de compañía habituales de los conventos de monjas.

Al igual que las ardillas, eran animales que no ocupaban mucho espacio y que resultaban fáciles de alimentar. Como ellas, también los conejos solían recibir atenciones y adornos y se les cedía un lugar especial de la casa o de la habitación con el fin de que tuvieran un pequeño espacio para ellos.

Gatos

Parece que los gatos se mantuvieron en las casas, fundamentalmente, como un medio para librarse de los roedores. Sin embargo, hacia el final de la Edad Media, algunos acabaron transformándose en mascotas de lujo. A pesar de todo, en muchos casos, siguieron ejerciendo esa segunda función de cazadores.

Como mascotas, los gatos pasaron a mantenerse siempre en el interior de la casa. Se trataba de animales especialmente indicados para las mujeres. Dormían en cestas, en cojines o, incluso, en las propias camas de sus dueñas.

Como le sucedió al género femenino, llegado un momento, los gatos fueron generando una cierta aura de malignidad hasta que acabó por identificárseles con el mismo diablo.

Halcón

Aunque los halcones no eran mascotas al uso, algunos nobles les dieron un trato especial y mantuvieron a sus favoritos en sus propias dependencias.

Los halcones eran depredadores naturales de pequeños mamíferos y aves, que podían domesticarse con facilidad. Para lograrlo, era necesario capturarlos ya adultos porque, aunque las crías eran más susceptibles a ser amaestradas, no habían aprendido todavía a cazar. Se apreciaban especialmente las hembras, porque eran mejores cazadoras que los machos.

La cetrería fue un deporte de la nobleza puesto que sólo las clases más acomodadas podían permitirse el entrenamiento y el mantenimiento de los halcones. Fue muy popular en Francia e Italia, posiblemente por la gran abundancia de pequeños mamíferos. Además, fue una de las formas de caza preferidas por las damas que eran lo suficientemente fuertes como para montar a caballo mientras sostenían el ave.

Hurones y comadrejas

Estos pequeños mamíferos tuvieron, como los conejos o los gatos, funciones complementarias al hecho de ser una mascota. Ambas especies se utilizaban para cazar conejos. Se trataba de soltar a los hurones y comadrejas para que persiguiesen a sus presas hasta hacerlas caer en redes que se tendían para capturarlas.

Por otra parte, como los halcones, eran más utilizados por las mujeres. Cuando cumplían un rol de mascota, exclusivamente, se adornaban con collares y cadenas, como las ardillas. En cualquier caso, se trataba de mascotas poco habituales. Las crónicas cuentan como Alfonso X de Castilla tuvo una comadreja muy querida a la que llegó a dedicar una cantiga.

Monos

Los monos eran mascotas importadas y por tanto caras, que sólo podían poseer las personas más acomodadas. Solían ser muy habituales entre los clérigos, a pesar de que no se tenía a estos animales en la más alta estima. Se decía que tenían un carácter malvado y vicioso y que tendían a imitar los peores comportamientos del ser humano.

Para mantener un mono como mascota primero había que amaestrarlo. Para ello se le solía atar a algo fijo y pesado para que se acostumbrase a no correr por toda la casa. Además, se les enseñaba a realizar trucos y saltos. Al igual que a las ardillas y a otras mascotas de pequeño tamaño, se les adornaba con collares y cadenas, fabricadas en metales preciosos.

Loros

El loro fue la única ave exótica conocida durante la Edad Media. Por este motivo, era extremadamente caro, muy poco frecuente y muy exclusivo. Sabemos que las reinas inglesas, por ejemplo, mantuvieron loros africanos como mascotas. Parece que llegaron a la corte inglesa como parte de los presentes ofrecidos por los dignatarios extranjeros.

Los loros solían adornarse con collares con cascabeles y se encerraban en jaulas ricamente trabajadas. Como en tiempos antiguos, además de por su exotismo, eran apreciados por su capacidad para imitar la voz humana.

Perrito

Si los hombres mantenían sabuesos que, por pequeños que fuesen siempre tenían un tamaño considerable, las mujeres se acompañaban de pequeños perritos. Los más frecuentes fueron los malteses. Fueron la mascota femenina por excelencia y se convirtieron en un signo de riqueza socialmente aceptable. Blancos y con pelo largo, los malteses solían llevarse siempre con una correa que simbolizaba la unión entre el animal y su dueña.

La iconografía religiosa de la época suele representar pequeños perros a los pies de las mujeres, en las sepulturas medievales. Los animales eran el símbolo visible de la fidelidad de las esposas hacia sus maridos, mientras ellos demostraban su valor y su fuerza por medio de su asociación a leones.

Sabuesos

Durante la Edad Media, todo hombre debía tener un sabueso y toda mujer un perrito. Los sabuesos no eran considerados mascotas como tal, pero muchos dueños daban a sus perros ciertas licencias propias de los animales de compañía. Así, les permitían abandonar la perrera para vivir en la casa o el castillo y les alimentaban de su propia mesa.

Los perros de caza más utilizados como mascotas por aquella época fueron el spaniel y el sabueso de sangre de Baviera aunque, en ocasiones, también se mantenían galgos a pesar de su tamaño. En cualquier caso, los perros solían distinguirse más por su función que por su raza.