Parece que los antílopes fueron unas criaturas exóticas en el Egeo. Ni en Creta ni en Tera, lugares donde se conservan la mayoría de las pinturas de la Edad del Bronce, han aparecido vestigios arqueológicos que demuestren su presencia. Sus representaciones son muy poco frecuentes y parecen proceder de Egipto, donde sí formaban parte de la fauna autóctona.
Los antílopes suelen aparecer cuidadosamente delineados. Sus anatomías aúnan las características de estos animales con las de las gacelas. La mayor parte de los detalles pictóricos se concentran en la cabeza, en la que destacan los largos cuernos ondulados.
Los delfines posiblemente sean una de las imágenes más conocidas del arte minoico. Habituales en el Egeo, durante la Edad de Bronce, los artistas de la época no tenían más que mirar a su alrededor para obtener ejemplos en los que basar sus creaciones.
Aunque son muy frecuentes en todo el arte de la época, parece que su representación artística se originó en las Islas Cícladas. Desde allí, viajaría a Creta, en donde se encuentran los ejemplos más notables de la representación de estos animales. Se utilizaron para decorar todo tipo de objetos, cotidianos o de lujo: cerámica, sellos, pinturas murales e, incluso, pavimentos.
Esta presencia constante de los delfines no hacía sino recalcar el estrecho contacto que los pueblos del Egeo mantenían con el mar.
Los gatos llegaron al Mediterráneo procedentes de Egipto. En las tierras del Nilo, estos animales se habían adiestrado como cazadores; especialmente para acosar y abatir aves en las zonas de marismas del Delta. Es bastante posible que cuando pasaron a formar parte de la vida cretense y micénica también jugasen ese mismo rol de animales cazadores.
En las representaciones minoicas en las que aparecen gatos salvajes, éstos suelen correr por un paisaje sin ningún tipo de referencia humana y, al igual que hacían en muchas imágenes egipcias, acosan a diferentes tipos de aves que salen espantadas de entre los arbustos.
A pesar de la gran variedad de aves que aparecen representadas en el arte del Egeo, de la Edad de Bronce, las golondrinas son muy poco frecuentes y prácticamente sólo existen en la isla de Tera. Su imagen más famosa procede de un fresco hallado en la isla, concretamente en el asentamiento de Akrotiri.
Hoy en día no existen golondrinas en la isla de Santorini (Tera). Pero teniendo en cuenta la maestría del artista en la descripción del plumaje, de la forma del cuerpo y del comportamiento de estos animales, parece posible afirmar que existieron golondrinas en la isla, hacia el año 1500 a.C.
En su imagen más famosa dos aves aparecen juntando sus picos en pleno vuelo. Una llega desde abajo; la otra desde arriba. Se han dado diferentes explicaciones a la escena, desde las más románticas, hasta decir que se trata de adultos alimentando a sus crías o de machos que parecen enzarzados en una lucha por el dominio territorial.
Las mariposas, junto a otros insectos, como las abejas, fueron un recurso muy utilizado por los artistas del Egeo como tema decorativo en las artes menores.
Muchas de las representaciones de mariposas han aparecido en contextos funerarios. Junto a ellas, se han hallado también objetos con forma de crisálidas, que parece que también tuvieron una función ornamental. Basándose en estos hallazgos, algunos especialistas han atribuido a mariposas y crisálidas un carácter simbólico. Se trataría de representaciones de la idea del renacimiento tras la muerte, por ser la mariposa un animal que se transforma y se regenera.
Otros, sin embargo, ven en estas figuras, únicamente, la imagen de un bello animal muy frecuente y muy presente en el entono más próximo de los habitantes del Egeo.
Dada la importancia del mar para los habitantes del Egeo, los moluscos se convirtieron también en una fuente de inspiración artística.
Al contrario que otros animales representados, los moluscos no sólo sirvieron de inspiración artística, sino que también constituyeron una fuente de alimento asequible y fácil de obtener.
Además, algunas especies, como el múrex, fueron altamente codiciadas desde el punto de vista de la explotación industrial y comercial. El múrex producía el tinte natural mediante el que se obtenía el color púrpura. Lo laborioso y costoso de su obtención -se necesitaban cientos de miles de caracoles para teñir una sola prenda- convirtieron al color púrpura en el símbolo de riqueza por excelencia, desde la antigüedad.
Al igual que los gatos, parece que los monos llegaron al Egeo procedentes de Egipto, posiblemente como parte de los habituales intercambios de regalos. En Egipto, el mono fue un animal muy común. Generalmente, se tenían como mascotas, pero también se usaban como ayuda para llevar a cabo algunas faenas habituales en la economía familiar, como la recolección de fruta o la caza de aves en las marismas.
Estos animales aparecen muy frecuentemente en el arte minoico. Siguiendo los convencionalismos propios de los egipcios, los artistas cretenses representaban a los monos en color azul. Ejemplos de representaciones de monos pueden verse en pinturas, en asas de vasijas o en sellos. Además, entre los restos arqueológicos de la población de Akrotiri que quedó sepultada por la erupción de la isla de Tera, se han hallado los restos de una cabeza fosilizada de mono.
El mar fue un elemento clave para el desarrollo de las culturas del Egeo, durante la Edad del Bronce. No es de extrañar que este estrecho contacto, traducido en muchas horas de navegación, llevase a los artistas del Egeo a plasmar el universo circundante en sus creaciones.
Probablemente, los peces voladores estuviesen entre las criaturas más notables que se presentaban a su vista durante estos viajes. En los frescos de las Cícladas primero y de Creta, después, aparecen representados con una gran vivacidad y naturalidad, conseguida sólo después de una atenta observación de la naturaleza.
Criaturas marinas de todo tipo decoran muchas de las piezas de uso cotidiano que se fabricaron en el Egeo, durante la Edad del Bronce. Pulpos y sepias, que se llegan a confundir en la mayoría de las ocasiones, destacan por su gran vivacidad. Grandes ojos muy abiertos y retorcidos tentáculos que se dispersan en formas simétricas ocupan el espacio de vasijas, broches o placas decorativas.
A juzgar por la iconografía y los restos arqueológicos, el toro fue un animal clave en la sociedad minoica. Sus representaciones más conocidas corresponden al deporte-ritual del salto del toro. Poco se sabe en relación a lo que se cree que fue una exhibición deportiva-ritual. Únicamente que el toro era el protagonista.
El animal parece que encarnaba la virilidad y la fuerza masculinas. A juzgar por los hallazgos arqueológicos, parece que su culto se exportó desde Creta a otras civilizaciones del Bronce, como la micénica.
Los animales que aparecen representados en las pinturas cretenses suelen tener la piel bicolor. Hay quien piensa que esta característica es indicativa de un cierto grado de domesticación. En cualquier caso, la naturaleza del animal lo hacía siempre impredecible y extremadamente peligroso.
a sus crías o de machos que parecen enzarzados en una lucha por el dominio territorial.