Las abejas fueron una parte importante de la economía egipcia, dado el papel crucial que la miel jugó en la alimentación. Los antiguos egipcios no conocían el azúcar y utilizaban la miel como endulzante natural para sus alimentos. Pero, además, la miel se consideraba un producto con propiedades curativas y era fundamental en el botiquín de los médicos egipcios.
Las técnicas apícolas de la época eran bastante similares a las actuales. Las abejas se criaban, para la obtención de cera y miel y su recolección se hacía, como hoy, aturdiendo a los animales con humo.
Su importancia se extendía hasta la iconografía regia puesto que su imagen se utilizaba como símbolo del Bajo Egipto, es decir, del Norte del país.
Los egipcios no conocieron los caballos ni los camellos hasta el primer milenio a.C. Por eso, los burros fueron, durante mucho tiempo, un animal fundamental en el país del Nilo.
Gracias a su resistencia resultaban idóneos para llevar a cabo las faenas más duras. Generalmente, se utilizaban para transportar cargas pesadas o para tirar del arado. Su capacidad para soportar largos períodos de tiempo sin agua era una gran ventaja en las tierras desérticas de Egipto. Además, los burros no necesitaban un alimento de gran calidad, por lo que resultaban muy fáciles de mantener y relativamente económicos. En definitiva, los beneficios que proporcionaban eran mucho mayores que el costo de su mantenimiento.
Cuando los caballos se introdujeron en Egipto, los burros se cruzaron con yeguas para criar mulas, más altas y fuertes que los burros y, al mismo tiempo, más resistentes y económicas que los caballos.
Los antiguos egipcios hacían referencia a ovejas y cabras por medio del mismo término. Entre ambas, las cabras fueron mucho más numerosas que las primeras, al menos, hasta la época ptolemaica. En general, sus características físicas les permitían adaptarse mejor a los ambientes semidesérticos.
Las cabras resultaban muy versátiles para los antiguos egipcios. Se aprovechaba su carne, su leche, su piel y su lana. Esta última se utilizaba en la fabricación de textiles. A las pieles se les daba forma para utilizarlas como contenedores de agua y para la fabricación de balsas.
Los cerdos egipcios provenían de antepasados salvajes autóctonos. Existe aún cierta controversia sobre si su carne era consumida o si, por el contrario, se trataba de un animal tabú, para su consumo, al estar asociado al dios Seth, identificado con todo lo maligno. Lo que sí parece probado es que los antiguos egipcios no relacionaron la carne poco hecha del cerdo con la propagación de la triquinosis.
Existiesen o no prohibiciones relativas a su consumo, hay constancia de que tanto particulares como templos poseyeron grandes cabañas porcinas. En general, está bastante aceptada la idea de que los egipcios comían cerdo pero, en caso de que no lo hicieran, los cerdos tenían otras funciones. Una de ellas consistía en andar sobre el suelo recién sembrado para aplastar las semillas sobre la tierra roturada.
Las garzas habitaban el Delta del Nilo durante todo el año y eran frecuentes en el resto del país durante el invierno. Los antiguos egipcios utilizaron las garzas para cazar aves. Se colocaba a los animales como señuelo y, mediante ellas, capturaban las especies que habitaban las marismas del Nilo.
Se desconoce si las garzas fueron utilizadas como alimento. Otros animales similares, como las grullas, sí lo fueron por lo que parece bastante posible que lo mismo ocurriese con ellas. Sabemos que las grullas se cebaban como se hace hoy en día con las ocas, así que puede que el mismo procedimiento se siguiese también con las garzas.
Las codornices también fueron una fuente de alimento para los antiguos egipcios. Como ocurría con los peces o con los gansos, las codornices proporcionaban proteínas a las clases más humildes.
Las codornices atravesaban el país dos veces al año. Los egipcios aprovechaban estas migraciones para capturarlas más fácilmente. Cuando más débiles estaban, después de largas horas de vuelo, las atrapaban, con relativa facilidad, por medio de grandes redes. Como se capturaban durante el verano y solían consumirse en otoño, se conservaban en salazón y se solían comer en crudo.
Los gansos fueron ya animales domésticos en el Antiguo Egipto. Su carne y sus huevos proporcionaban alimento y la grasa y las plumas podían utilizarse para otros propósitos.
Las características del animal, su reducido tamaño y la facilidad y el bajo coste que comportaban su cría y mantenimiento hicieron de los gansos una buena forma de obtener carne para los egipcios más humildes. Normalmente, granjeros y pastores no podían permitirse el lujo de sacrificar toros, vacas, ovejas o carneros, en el caso de que los poseyeran. Estos animales eran demasiado útiles para ellos, además de resultar mucho más costosos. Por ese motivo, las clases más humildes tenían que buscar fuentes alternativas de proteínas y los gansos eran una buena opción.
Por otra parte, los gansos estuvieron asociados con el dios Amon. Por ello fueron también uno de los principales animales de sacrificio para los egipcios.
La pesca fue un gran recurso de subsistencia, al tiempo que un importante pasatiempo, para los antiguos egipcios. Las clases más bajas, aquellas que no podían permitirse el consumo de carne, tuvieron en el pescado una buena alternativa para completar su alimentación.
El Nilo proveía de numerosas especies fácilmente disponibles. Las más comunes en la mesa de los antiguos egipcios fueron los bagres, los sábalos y los mújoles que remontaban el Nilo hasta la primera catarata. Solían capturarse en los pequeños lagos que formaba la corriente en las orillas. Y cuando la crecida se retiraba cada año, muchos peces aparecían varados en las orillas y podían recolectarse a mano.
Al tratarse de un tipo de alimento muy perecedero, solía salarse o secarse y podían consumirse de forma paulatina, durante todo el año.
Toros y vacas fueron los animales familiares más importantes del Antiguo Egipto. Al ser uno de los primeros animales domesticados, fueron también símbolo de estatus. Utilizados desde el Neolítico, los toros eran, sobre todo, fuente de alimento y de pieles. Y desde el momento en el que empezaron a castrarse, los bueyes se convirtieron en la fuerza de tiro por excelencia.
Al mismo tiempo, los toros eran los animales más valiosos que podían llegar a destinarse al sacrificio. En cualquier caso, una vez muertos, volvían a convertirse en alimento, en esta ocasión para los sacerdotes.
Los templos y los egipcios más acomodados tenían grandes cabañas que salían a pastar a las tierras que quedaban a cierta distancia del Nilo. Estas zonas, todavía húmedas, pero de difícil irrigación, estaban cubiertas de pastos naturales que se aprovechaban para criar las grandes cabañas de los más poderosos del país. Puesto que las reses solían vagar libremente por los pastos, marcarlas e identificarlas fue una necesidad muy temprana para sus propietarios.
Como los toros, las vacas eran una de las bases de la economía egipcia. Además de proporcionar carne, de las vacas se obtenía también leche, uno de los alimentos fundamentales de la dieta. Gracias a las excavaciones y a las pinturas, sabemos que los egipcios utilizaban bozales para evitar que los terneros mamasen la leche de sus madres. De esta forma, se podía destinar más cantidad al consumo humano.
El cuidado de animales tan importantes desde el punto de vista económico, corría a cargo de los pastores. Su salud, a cargo de médicos que parece que tenían elevados conocimientos veterinarios, a deducir de las indicaciones que se proporcionan en diferentes papiros antiguos.
La importancia económica de vacas y toros en la sociedad egipcia convirtió a estos animales en símbolos de la realeza, en las formas de los dioses Hator y Apis.