Para un pueblo nómada, como el persa, los caballos fueron de enorme importancia. Los caballos persas, especialmente los nisanos, que se criaban en las llanuras próximas a una de las cuatro capitales -Ecbatana- fueron los más apreciados en el mundo antiguo por su apostura y su elegancia.
Los caballos, además de ser un símbolo evidente del estatus de ciertos individuos en el antiguo imperio persa, eran parte fundamental del ejército y se utilizaban para el traslado de la corte de una residencia real a otra.
La importancia de este animal se hace manifiesta en la escalera de acceso a la Apadana de Persépolis, donde 7 de las 23 delegaciones representadas, aparecen ofreciendo caballos como regalos. A esto hay que añadirle que lidios y libios aparecen, además, ofreciendo carros de combate tirados por caballos.
La cabra está presente en muchos rincones del palacio de Persépolis. A diferencia de los otros dos animales habitualmente asociados a la realeza aqueménida, la cabra no parece que tuvo ningún significado para el zoroastrismo.
Los camellos árabes, también llamados dromedarios, se caracterizan por tener una única joroba. Parece que fueron domesticados en la Península Arábiga -de ahí su denominación- hace unos 4000 años. Los camellos proporcionaban carne, leche y lana con la que fabricar textiles. Además, se utilizaban como medio de transporte en los territorios más áridos del Próximo Oriente.
En el Imperio Persa formaron parte de las fuerzas del ejército desde el reinado de Ciro El Grande, a mediados del siglo VII a.C., cuando el monarca los utilizó para conquistar Lidia. Su sucesor, Cambises, introdujo el camello en Egipto, durante la conquista persa del país del Nilo.
Sin embargo, los camellos criados en Persia no estaban tan bien adaptados para las largas travesías por el desierto como los árabes. Por este motivo, éstos resultaban un presente regio que podía ser obsequiado en las audiencias de Persépolis, como hacen los emisarios de Arabia en la Apadana.
El camello bactriano, de dos jorobas, fue uno de los animales más codiciados de la antigüedad. Sus especiales características físicas y su gran resistencia lo convirtieron en la bestia de carga más apreciada en las caravanas que comunicaban el Imperio Persa con oriente.
El camello bactriano se adapta muy bien a los cambios climáticos radicales. Puede soportar temperaturas extremas, desde el frío más riguroso, hasta el calor más abrasador. Además, es capaz de pasar meses sin probar el agua y de caminar a un paso que puede llegar a alcanzar los 65 kilómetros por hora. Sin duda, estas características lo hicieron esencial en un imperio como el persa que abarcaba territorios muy extensos y dispares desde el punto de vista climatológico.
En la escalera que conducía a la Apadana de Persépolis, puede verse a los emisarios bactrianos conduciendo este valioso presente ante el monarca persa.
Los embajadores asirios portan como regalo dos carneros junto a diferentes telas. Ovejas y carneros proporcionaban, en la antigüedad, materia prima para la fabricación de textiles. Los asirios fueron especialmente activos en la producción y el comercio de la lana. El núcleo de su red comercial se encontraba en su capital religiosa Asur. Desde allí, las rutas partían hacia la región de Anatolia.
La corte persa era nómada y necesitaba gran cantidad de animales de transporte. Algunos, como los caballos, se destinaban al transporte de los más ilustres. Otros, como burros y mulas, tenían que hacerse cargo del movimiento de los grandes vagones cargados, literalmente, con toda la corte.
En los relieves de la Apadana, los embajadores de la India ofrecen al rey persa una mula. Pero las crónicas persas nos informan de que no eran los únicos que solían presentar este don ante el monarca. Sabemos que los capadocios, por ejemplo, estaban obligados a pagar un tributo anual consistente en ovejas y mulas.
Como en épocas anteriores, en el Imperio Persa el león fue un animal con un simbolismo y una significación especiales, en relación con la realeza. Su caza fue prerrogativa exclusiva del rey y así se representa en el arte de la época.
El león aparece, frecuentemente, en enfrentamiento directo con el monarca quien lo apuñala en el estómago. En estos casos, el león simboliza la idea del caos y el rey sería el encargado de restablecer el orden en el imperio.
La delegación etíope de la Apadana de Persépolis aparece representada con una animal que ha generado mucha controversia en lo relativo a su identificación. Podría tratarse de una jirafa, un okapi o, incluso un nilgai o antílope indio.
Si se tratase de este último caso, los etíopes habrían adquirido un animal asiático como obsequio para el rey, en lugar de ofrecer uno de su propio territorio. Otra posibilidad podría ser que la delegación proviniese del Mar Rojo, donde la especie podría haber subsistido hasta esa época.
Las ovejas fueron una de las principales fuentes de alimento en el pasado y, como tal, una animal apreciado y codiciado. Los pesas, como otros monarcas de la antigüedad, mantenían grandes cabañas de ganado para satisfacer las necesidades diarias de la corte.
En Persépolis, Darío hizo decorar las escalinatas que conducían hacia el palacio con una serie de imágenes de criados portando corderos, destinados a las cocinas reales, y con otros platos ya preparados, además de con copas y bebidas. Estas representaciones demuestran, una vez más, la importancia que estos animales tuvieron desde tiempos remotos.
Al igual que el león, el toro era un animal con especial significación simbólica en el mundo persa. Su imagen parece omnipresente en las representaciones artísticas.
Según la religión de Zoroastro, el toro era el primer animal que vivió sobre la tierra. Su simiente produjo muchas de las plantas y su orina era considerada un importante elemento de purificación en los rituales persas. Como símbolo de pureza y animal protector por excelencia, el toro era considerado símbolo de la realeza persa.
En Persépolis el toro se encuentra representado por doquier. Toros gigantescos decoraban y protegían el acceso a palacio por la Puerta de Todas las Naciones. También sirvieron para decorar parte de los capiteles de las columnas que sostenían la Sala de Audiencias o Apadana y la Sala del Trono