Aquiles arrastra el cadáver de Héctor, en un sarcófago con escenas de la guerra de Troya de Beirut.
El ciclo bélico más célebre de la antigua Grecia fue, sin duda, el que narraba la historia de la Guerra de Troya. Esta epopeya, que para nosotros es un mito, era para los antiguos griegos un acontecimiento histórico de su pasado remoto.
Los orígenes de la disputa se remontan a la celebración de las bodas de Tetis y Peleo, los padres de Aquiles, aunque la guerra abierta no se desató hasta que Paris se llevó a Troya a Helena, la mujer del rey espartano Menelao.
Menelao, decidido a vengar su honor ultrajado, pidió socorro a su hermano Agamenón y con él a todos los pueblos griegos que habían jurado prestarle ayuda en caso de conflicto. Los griegos embarcaron hacia Troya y permanecieron combatiendo ante sus murallas durante diez años.
Cuando ya parecía que los muros de Troya jamás caerían, Ulises ideó la artimaña definitiva. Construyó un caballo de madera en el que metió a sus tropas y, arguyendo que los griegos se daban por vencidos y se retiraban a su patria, regaló el caballo a los troyanos como muestra del fin de las hostilidades. Los troyanos, confiados, introdujeron el caballo en la ciudad. Durante la fiesta de la victoria, Ulises y sus guerreros salieron de su interior y abrieron el paso al resto de las tropas griegas que provocaron la destrucción de Troya.
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