A pesar de que el arte griego puede considerarse la génesis del arte occidental, el retrato no fue un género cultivado por los artistas de época clásica y no se introdujo en la cultura helena hasta la última etapa de su producción artística.
Con la llegada del arte helenístico, hicieron su aparición en escena los primeros retratos griegos. El cosmopolitismo de la época condujo a los artistas a interesarse no sólo por los sentimientos, proscritos de los rostros en épocas anteriores, sino también por aspectos, auténticamente etnográficos, que permitían humanizar a todos aquellos pueblos que no compartían la cultura helena. Los tipos humanos representados aumentaron. Ya no sólo eran objeto de inspiración artística los dioses, los héroes y los atletas. Ancianos, niños, bellos y no tan bellos se sumaron al repertorio de los escultores, legándonos curiosas y expresivas muestras de los gustos de la época.