El arte neoclásico continuó con la tradición del retrato psicológico anterior, añadiéndole algunos de los principios propios del nuevo estilo.
Los artistas de la época intentaron crear obras que llegasen a ser “clásicos modernos” a partir de motivos similares a los utilizados en las épocas anteriores. Como en el Renacimiento o el Barroco, los retratados fueron principalmente hombres notables: estadistas, filósofos, escritores y músicos.
El retratista más notable del momento, Jean-Antoine Houdon, supo ser tremendamente fiel al aspecto físico de sus modelos, con una precisión anatómica tal que la sensación de presencia viva de las figuras resulta asombrosa. Gracias a esta habilidad con el retrato, el escultor francés supo representar como nadie la personalidad ideal del hombre moderno.