La representación del cuerpo humano es el tema esencial de la escultura griega. Aunque, en las épocas más antiguas del desarrollo artístico, su figuración vino definida por una serie de esquematizaciones arquetípicas, la evolución del arte y la filosofía comenzaron a buscar los modelos generadores de belleza, en la observación de la Naturaleza.
Ella es el principio rector, creador de toda belleza. En ella se establecen las proporciones correctas, capaces de generar un todo armonioso. La escuela pitagórica será la encargada de expresar estas ideas de forma numérica. Los escultores se servirán de estas teorías para desarrollar las normas que posibiliten la representación del cuerpo perfecto: el canon.
Cada época, cada estilo adaptará tanto las proporciones como el modelo final de belleza a su momento y a su forma de ver el mundo y de las figuras simétricamente equilibradas (τεταγωvos) de Policleto, se pasará, en el siglo IV a.C. a la gracia sutil y esbelta de Lisipo, los dos grandes teóricos griegos en el campo de la escultura.